Balance positivo para el Festival de Cine Latinoamericano de Moscú

La diversidad creativa observada en la segunda edición del Festival de Cine Latinoamericano de Moscú, clausurado hoy, conquistó a los cientos de espectadores que durante seis días concurrieron a la sala “Judózhestvenny”.
Si la muestra de 2008 ofreció una aproximación general a lo que acontece en el séptimo arte en esta región, la de este año cautivó por la variedad de propuestas temáticas y de estilos, despojadas de la homogeneidad hollywoodense que prevalece en las pantallas rusas.
Las 20 películas de largo y corto metraje y los documentales presentados satisficieron el propósito de los organizadores de incluir en la exhibición las tendencias principales del arte cinematográfico latinoamericano con obras principalmente realizadas entre 2007 y 2008.
Muy favorable resultó la idea de privilegiar en el programa a jóvenes creadores con un trabajo reconocido en prestigiosos festivales internacionales. Tal fue el caso de los cortometrajes argentinos y mexicanos galardonados en Cannes, Francia.
Pero el mismo nivel de dignidad y de riqueza estética se apreció en otras cintas procedentes de Argentina, Venezuela, Guatemala, Colombia, México, Nicaragua, Uruguay, Chile y Ecuador. Todas ellas muestran las más variadas expresiones de la realidad continental.
La proyección de Soy Cuba (MOSFILM-ICAIC,1964) en la jornada de apertura resultó un feliz “descubrimiento” para muchos de los jóvenes espectadores.
Fue una ocasión propicia para conmemorar el aniversario 50 del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica y el centenario del director de fotografía de esa coproducción, el soviético Serguei Urusevskiy.
Bajo la dirección del maestro de realizadores Mijail Kalatozov, con impecable fotografía en blanco y negro, Soy Cuba describe las transformaciones revolucionarias de la Isla y la reafirmación de una identidad singular e independiente.
Empero, el público echó de menos en la programación a lo más actual del séptimo arte de la mayor de las Antillas, y este es un reto pendiente para próximas ediciones.
Parte de las obras programadas se exhibieron en la lengua original, sin subtítulos ni traducción, por solicitud de una buena parte de los espectadores.
Este gesto refleja el interés que despierta hoy en Rusia la cultura latinoamericana, con énfasis en el estudio del idioma que hablaron Luis Buñuel y Tomás Gutiérrez Alea.
Sólo en Moscú funcionan cuatro escuelas donde el español se estudia desde primer grado, además de varios institutos y universidades.
[Prensa Latina]

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